Crisis en Cabo Delgado (Mozambique): ¿Existe un califato de habla portuguesa?

Es una tragedia, ¡y una amenaza! – cuyo horror se escucha con creciente intensidad. Y a pesar del sonido grandilocuente de muerte y destrucción de Cabo Delgado, Mozambique, los líderes europeos y la llamada comunidad internacional no parece que tengan intención de movilizarse.

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Se diría que la guerra contra el enemigo invisible, es el virus más mortífero de los que amenazan nuestra salud, y es lo suficientemente apremiante como para olvidar los peligros y los horrores que solo suceden muy lejos. Lejos de nosotros, lejos de nuestras familias y de nuestros hogares.

 Sin embargo, no podemos dejar de señalar la inconsistencia de instalarse en tal enfoque político: y es que, si hay un mantra que hemos estado oyendo en los últimos largos meses de confinamiento, obligados por la pandemia del coronavirus, es que, en el mundo global en el que vivimos, no hay fenómenos exclusivamente nacionales: Las amenazas que surgen a escala local tienden a adquirir una magnitud transfronteriza y transcontinental.

Ahora, con la amenaza del terrorismo islámico (ya no necesitamos repetir por enésima vez que la referencia que hacemos aquí es al islamismo ideológico-politico y no al islamismo religioso; pues creemos que el dogma de lo políticamente correcto ya ha cedido a la evidencia), el diagnóstico es el mismo: sus límites de posibilidades de expansión tienden, en el mundo en que vivimos, a ser ilimitados.

Por lo tanto, incluso en el contexto actual (que es el nuestro) de luchar contra la pandemia, los líderes políticos, diplomáticos y de inteligencia responsables no pueden despreciar, y mucho menos ignorar, el peligro de la creciente presencia de Daesh en Cabo Delgado, en nuestro querido país-hermano que es Mozambique. La política exterior portuguesa (y también la europea y la del resto del mundo occidental) en su enfoque de esta situación de emergencia, debe ser particularmente cuidadosa, activa (y no reactiva) y con una estrategia de acción clara.

Ya sabemos que está sucediendo una insurrección en Cabo Delgado, al noreste de Mozambique: hablamos de una provincia mozambiqueña donde el lapso cronológico del tiempo expone claramente la paradoja entre las potencialidades del futuro y las fragilidades del presente.

De hecho, Cabo Delgado es actualmente una de las áreas económicamente más desfavorecidas, con un nivel de exclusión social muy pronunciado, y obviamente con un enorme número de gente pobre, donde el presente es lo suficientemente malo para que, muchos jóvenes perciban la maldad grotesca y asesina del terrorismo radical islámico como un mal menor, e incluso como la mejor opción posible para ellos; y también para los suyos, la familia biológica y la familia social (su comunidad).

Sin embargo, debe tenerse en cuenta que Cabo Delgado es, al mismo tiempo, un área con fama de poseer un futuro próspero, una provincia en la que estaba prevista una inversión significativa, procedente de las propias autoridades mozambiqueñas o incluso de entidades extranjeras. La compañía francesa «TOTAL» tiene, por ejemplo, un proyecto de gasoducto a gran escala (GNL de Mozambique) en Cabo Delgado, que ha sufrido varios reveses con la insurrección terrorista en curso allí.

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El mes pasado, los trabajadores de la compañía fueron atacados por terroristas en el área de Mocímboa da Praia, y ocho de ellos fueron brutalmente asesinados a manos de estos bárbaros criminales. De hecho, motivó la visita del presidente de la compañía, Arnaud Breillac, a Mozambique, aprovechando la oportunidad de reunirse con el Ministro de Recursos Naturales y Energía, Max Tonela.

Como sabemos, el poder político central de Mozambique ha iniciado una serie de contactos no oficiales con empresas e incluso autoridades políticas con interés (directo e incluso indirecto) en la seguridad y estabilidad de Cabo Delgado, garantizándoles una acción rápida, eficiente y efectiva para derrotar el levantamiento del terrorismo yihadista, el terrorismo islámico en esa región. A cambio, las autoridades mozambiqueñas han solicitado la garantía, el compromiso de las empresas multinacionales con peso y capacidad de influencia, para operar en Cabo Delgado de que no abandonarán la región, ni abandonarán los proyectos de inversión en curso, a veces incluso proyectados a largo, larguísimo plazo.

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El objetivo de las autoridades mozambiqueñas es tan lógico como evidente: establecer, a través de la expresión de voluntad política y “buena voluntad” pública, agentes privados con capacidad de inversión y que garanticen, al final del día, el empleo a los mozambiqueños que viven en esa área. Una eventual salida de las multinacionales con presencia en Cabo Delgado, o la suspensión de inversiones daría lugar a un empeoramiento sustancial del problema: el aumento del desempleo podría generar una situación más favorable para los terroristas, en una doble perspectiva.

  • Primero, haría que las condiciones para reclutar voluntarios para la causa terrorista asesina fueran más propicias.
  •  Segundo, Cabo Delgado se convertiría definitivamente en el «punto crítico» del terrorismo islámico, del yihadismo, a merced de las ambiciones de dominación territorial de este Daesh rejuvenecido y anfibio.

Por ahora, las empresas han adquirido el compromiso de quedarse, y más teniendo en cuenta la riqueza y el potencial para el desarrollo futuro de Cabo Delgado; sin embargo, no es una promesa ni una garantía de permanencia colaborativa. Más bien, es más una expectativa prudente, con la esperanza de que el Gobierno de Mozambique haga su parte: los dirigentes de las empresas y loss gobiernos de sus países de origen esperan que el Gobierno de Mozambique, dirigido por el presidente Filipe Nyusi (de FRELIMO ), adopte una postura de acción más decidida en los próximos meses.

Según lo que nos cuenta una fuente muy cercana a una de las compañías operativas en Cabo Delgado, el riesgo de ser altruista, en esta región y en este asunto, es hoy extremadamente alto, excediendo cualquier beneficio. Es imperativo, de inmediato, que las autoridades mozambiqueñas demuestren que no hay razón para que la «comunidad internacional» dude de su determinación y su genuina disposición a hacer frente, sin temor, con franqueza y sin desorden operativo, sin rodeos, sin complejos, al virus letal del terrorismo dentro de su territorio.

La situación en el terreno en Cabo Delgado, al contrario de lo que se viene informando por parte determinados medios de comunicación, es la más halagüeña, no es la más deseable. No es cierto que se hayan producido grandes avances, o victorias para evitar la expansión del terrorismo bárbaro: según el informe de gente que está en el terreno, con amplias responsabilidades en la lucha contra el rejuvenecido y anfibio Daesh, el escenario es más devastador que hace dos o tres meses; la violencia, el asesinato de los «insurgentes» (un sustantivo utilizado para ocultar la verdadera naturaleza de los «invasores»: ¡terroristas!) no se ralentiza, y los terroristas continúan manteniendo el control de la situación.

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Los terroristas tienen en la actualidad una tendencia que, no parece revertirse tan pronto como sería deseable, lo que hace que las fuerzas «contrainsurgentes» lleven en principio, una desventaja no insignificante; hecho que combinado con las condiciones del terreno, las dificultades operativas relacionadas con la falta de conocimiento del escenario de guerra, la insuficiencia de material de guerra, que, como es de suponer, es altamente sofisticado, y la falta de un plan estratégico claro para liquidar este Daesh anfibio; hacen que el escenario de triunfo sobre el mal y la barbarie terrorista siga siendo muy confuso en un horizonte de tiempo razonable.

Para terminar, estamos obligados a dejar una nota final en este artículo:

 El conflicto que tiene lugar en Cabo Delgado no puede equipararse con la irrupción de otra célula de Daesh en el territorio de África Oriental, ni puede tratarse en términos idénticos a un conflicto entre intereses opuestos de grupos (o tribus) africanos, con el objetivo del control territorial de un área determinada. En Cabo Delgado, podemos tener el primer conflicto africano (en territorio) que no es esencialmente africano en las últimas décadas. 

Desarrollaremos este artículo en nuestra próxima narración sobre Cabo Delgado.

En cuanto a nosotros, entendemos que el conflicto en Cabo Delgado no puede resolverse con medidas quirúrgicas, solo circunstanciales, ni con análisis de episodios particulares, de eventos específicos, perdiendo la visión general.

No podemos esperar un «gran evento trágico» (como la muerte de doce jóvenes no hace mucho tiempo o la carnicería de las poblaciones o la confirmación de la explotación de las mujeres con el fin de recaudar ingresos a través de la prostitución …) para dedicar nuestro atención al peligroso crecimiento del Daesh rejuvenecido y anfibio en Cabo Delgado, Mozambique. Mucho menos para reaccionar, dejándonos atrapar por la estrategia de los terroristas.

Es necesario, ahora, definir un plan robusto, bien pensado y estructurado, definiendo las líneas esenciales de su ejecución, del contraterrorismo. Plan que cumpla con las condiciones y limitaciones del teatro de operaciones que es Cabo Delgado. Existe una necesidad urgente de recuperar el tiempo perdido y eliminar la desventaja en términos de conocimiento operativo que tenemos frente a los terroristas de este Daesh anfibio (que, de hecho, ha sido identificado con el grupo Al-Shabaab al-Mujahideen, una especie de joven partido, señalando las diferencias abismales de los elementos en comparación, Daesh).

Y no se olvide que el conocimiento sobre el fenómeno (estudio y planificación) no puede separarse de la ejecución, de la acción operativa (de las batallas que tenemos que librar hasta la victoria final). En esto consiste el contraterrorismo. Se trata de una guerra contra un enemigo bárbaro: no es un ejercicio de especulación filosófica o logro académico.

En cuanto a Portugal -también para Europa y el reto de países del mundo occidental) la lucha contra el anfibio Daesh que, opera en Cabo Delgado (Mozambique) debe ser una prioridad de la política exterior. Por razones diplomáticas en sentido estricto, por razones económicas, por razones de seguridad nacional y por razones afectivas.

Quizás los portugueses aún no han entendido bien, pero lo que está en juego aquí, entre muchas otras realidades, todas despreciables y horribles, es la construcción de un califato en territorio de habla portuguesa.

Un califato en un país que tiene una relación privilegiada con Portugal.

Un califato en un país donde viven tantos portugueses y donde aún se puede sentir el corazón de los portugueses. 

Nuestra fuente, que aún permanece en el terreno, quedó impresionada por el hecho de que un joven que se resistió a las tentadoras promesas que los terroristas le ofrecieron de usar una camiseta de un famoso club de fútbol portugués (que, considerando que era rojo, suponemos que es de Sport Lisboa e Benfica).

Por esta razón, también se requiere una postura más preocupada, inteligente y asertiva de nuestro Ministro de Relaciones Exteriores en su enfoque del problema, que es real y enorme, que se está experimentando en Cabo Delgado.

João Lemos Esteves
opiniao@newsplex.pt

https://sol.sapo.pt/artigo/703361/opiniao-crise-em-cabo-delgado-mocambique-vem-ai-um-califado-de-lingua-portuguesa-

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